Hoy es
un día triste para todos, pues se cumplen 389
años de la muerte de uno de los más ilustres poetas y autores teatrales del Siglo de Oro español. Estamos
hablando, sin duda alguna, del gran Lope
de Vega, cuyo nombre resuena en una de las aulas de Tía Tula. Apodado el
"Fénix de los Ingenios" por haber escrito, según el propio autor, más
de 1.500 comedias, la vida de Lope fue tan rica y variada como lo fue su
obra.
Hijo
de Félix de Vega Carpio y Francisca
Fernández Flórez, vino al mundo el 25
de noviembre de 1562 en Madrid, poco
después del nacimiento de otros grandes escritores españoles, tales como Miguelde Cervantes, Luis de Góngora o Mateo Alemán. Pasó parte de su infancia con su tío Miguel
del Carpio, inquisidor de Sevilla, quien se encargó de su educación. Al
parecer, según el propio autor, con tan
solo 5 años ya sabía leer en latín y en castellano, y antes de cumplir los 12 ya conocía el arte de danzar, cantar, traer la
espada y componer comedias. Todavía de corta edad, le atribuye Montalbán la
traducción al castellano del poema De raptu Proserpinae de Claudiano. Por
tanto, podría afirmarse que era un auténtico
prodigio.
A los
diez años, Lope se marchó a Madrid, donde comenzó sus estudios en el
prestigioso Colegio Imperial. Sin
embargo, a los quince, abandonó el colegio e ingresó en la Universidad de Alcalá de Henares para cursar el bachillerato,
aunque no consiguió ningún título. Más tarde continuó su formación en nuestra preciada Universidad, cuya vida
universitaria evoca en las comedias de El
bobo del colegio (1591-1595) y en El
dómine Lucas (1621). La fecha de 1578
marca su faceta más aventurera, ya que la muerte de su padre lo lleva a huir de casa con su amigo Hernando Muñoz.
No obstante, su afán por aprender nunca
cesa, y empieza a estudiar matemáticas
y astrología con Juan Bautista Labaña (cosmógrafo mayor de Felipe II), y artes liberales con Juan de Córdoba.
De hecho, Lope no abandonó jamás su
enorme sed de conocimientos, y hasta el día de su muerte siguió leyendo e
investigando por los distintos campos del saber.
En el terreno amoroso, destaca el nombre de
Elena Osorio, hija del empresario teatral Jerónimo Velázquez que cuando conoció a Lope estaba casada con el actor Cristóbal
Calderón. Pese a ello, mantuvieron una
relación de cuatro años, mientras escribía comedias para su padre. Desde
luego, puede decirse que era su musa,
pues a ella dedica la mayor parte de sus composiciones bajo la piel de la
mora Zaida o la pastora Filis. Para disgusto del poeta, cuando Elena enviudó no corrió a sus brazos,
sino que prefirió los de un rico hombre de negocios. Así que, resentido, se vengó escribiendo unos libelos, sátiras
ofensivas contra Elena y su familia. En consecuencia, Lope acabó en la cárcel y como, en lugar de arrepentirse, repitió
sus actos, la segunda condena fue más
tajante: ocho años de destierro de
la Corte y cuatro del reino, con el añadido de la pena de muerte si
desobedecía la sentencia.
Como otros escritores de su
tiempo, cultivó todos los géneros literarios. Su primera novela extensa fue
La Arcadia (1598), una obra
pastoril que enmascara una “verdadera historia”: los amores de su señor, el
duque de Alba. A la tradición de La Celestina, la comedia lingüística en
lengua vulgar, se suma La Dorotea (1632),
donde narra sus frustrados amores juveniles con Elena Osorio. Aunque para
muchos su faceta más destacada es la de
dramaturgo, no hay que olvidarnos de obras poéticas como La hermosura de Angélica (1609),
El Isidro (1599) o La Vega del Parnaso (1637). Por
otra parte, La dama boba, El
perro del hortelano, Fuente Ovejuna o Peribáñez y
el comendador de Ocaña son
algunas de sus comedias más famosas
y, a la vez, las más representadas en el teatro desde hace siglos.
Como hemos dicho anteriormente, donde realmente
vemos al Lope renovador es en el género
dramático. En este sentido, hay que hacer una mención especial para su Arte nuevo de hacer comedias en este
tiempo (1609), obra que compuso a petición de la Academia de Madrid y en la que expone sus teorías dramáticas. Con
Lope de Vega y esta obra se crea un
nuevo teatro que busca satisfacer al público, pero sin llegar a oponerse a la
tradición académica -hay que recordar que este autor conocía muy bien a los
clásicos-. Así, pues, ¿cómo es el teatro lopiano?
En primer lugar, rompe con la regla de las tres unidades -acción, tiempo y lugar-
conservando únicamente la unidad de acción (la obra
debe seguir el curso de una única acción
principal, sin desviarse en acciones secundarias). En segundo lugar, se produce una mezcla de lo trágico y lo cómico; de ahí la enorme importancia de
la figura del gracioso en su teatro y, en general, en todas las obras del Siglo
de Oro. Por último, cobran importancia
conceptos como la verosimilitud (en literatura un hecho es verosímil si parece verdadero, es decir, no entra en
contradicción con nuestros conocimientos de la realidad) y el decoro (adecuación del lenguaje de una obra a
su género, tema y a la condición de los personajes).
Conoce otras aulas de Tía Tula que llevan el nombre de grandes artistas españoles:
Fuentes:
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