Tal
día como hoy, un 28 de marzo de 1515,
nació en Ávila la religiosa y
escritora mística española Teresa de Cepeda y Ahumada, popularmente conocida
como Santa Teresa de Jesús. Toda su
vida tuvo que enfrentarse con una triple limitación socio-cultural y
religiosa: era mujer y monja en una
época en la que la cultura dominante y
el saber estaban totalmente en manos
de los hombres; pertenecía a una
familia de mercaderes, en lugar de las clases dominantes; y era hija de conversos en una época en que
se impusieron en Castilla los estatutos de limpieza de sangre. Este último dato es de vital importancia en
su biografía, debido a que el tema
central de los textos teresianos es la honra, entendida como un reflejo de
opiniones y no como una posesión basada en valores estables.
De este modo,
la sangre limpia se asumía como una
nobleza que
concede honor y reconoce la virtud de quien siempre ha sido cristiano
viejo, limpio de sangre, sin mancha ni raza de judíos. Por tanto, no es de
extrañar que
Américo Castro percibiese en ella un “un
anhelo de
compensar con linaje espiritual la carencia de uno socialmente aceptable”. A pesar de que
en ese momento las mujeres estaban
excluidas de la
formación
académica universitaria,
su familia
nunca se negó a que aprendiera a leer y escribir. De hecho, fue su propio padre
quien despertó su pasión por la lectura.
Llegó a ser un personaje bastante controvertido para
la época,
tanto por su labor reformadora de la
Orden de los Carmelitas como por sus escritos,
los que le provocaron numerosos problemas con la Inquisición. Se suele agrupar
su trayectoria literaria en dos grandes grupos. Por un lado, las obras autobiográficas, que permiten
seguir su vida y evolución espiritual, como El libro de la vida, El libro de
las fundaciones o su epistolario. Por otro, sus obras ascético-místicas, caracterizadas por alcanzar la
perfección religiosa, por ejemplo, Camino de perfección, Las Moradas o Castillo
interior. En definitiva, su
creación es, junto a la de san Juan de la Cruz, el mejor ejemplo de la literatura mística española.
El 27 de septiembre de 1970 fue proclamada
por Pablo VI doctora de la Iglesia, siendo
así la primera mujer en recibir este
título. Pero antes que santa, Teresa
fue ante todo una mujer transgresora, valiente y decidida tanto por su
labor reformadora, así como por su actividad de escritora. En el contexto de
una sociedad y una institución marcadas por un fuerte carácter patriarcal,
Teresa siempre defendió su dignidad como
mujer, su independencia y capacidad intelectual. Por este motivo, son
muchos los que ven en la monja una
pionera de los antecedentes del feminismo, considerándola como la primera
feminista. Pero, ¿cuáles son las explicaciones que se han dado al respecto?
Si
aceptamos que la creatividad intelectual
y artística de las mujeres puede entenderse como un elemento de reivindicación de mayor libertad, entonces el trabajo de Teresa de Jesús tiene tintes feministas. Aprovechó
la educación recibida, pero dio un paso más al lograr seguridad en sí misma para
poder hablar y crear textos para ser leídos. Para ello, recurrió ingeniosamente a la
autojustificación; es decir, o bien escribe porque sus confesores se lo han
pedido o, en último extremo, es Dios quien se lo manda. Pero, ¿qué perseguía
con sus textos? Busca que sus monjas
puedan tener autonomía en los rezos y en la meditación, los “cuartos
propios” donde dejar de lado las rutinas impuestas y poder pensar y sentir por sí mismas.
Otro aspecto de la crítica feminista que podemos aplicar a la
interpretación literaria de la obra de la autora es el concepto de sororidad, que aparece sobre todo en
Camino de perfección. Frente al sistema patriarcal, donde la
mujer se presentaba como la mayor enemiga de otras mujeres, esta se detiene mucho en destacar la
importancia de las relaciones de
confianza y apoyo. En este sentido,
el apoyo mutuo, la creación de vínculos
positivos, no es solo una cuestión de bienestar individual, sino una forma dar
fuerza política a la lucha de las mujeres. Es evidente que Santa Teresa de Jesús no podía ser
feminista, porque las ideas sobre la igualdad entre los seres humanos no
existían, pero sí tomó conciencia de
pertenecer a un grupo desfavorecido por el que decidió hablar.
Su cautivadora figura no ha pasado desapercibida, pues
su historia ha logrado traspasar a la gran pantalla. Se han elaborado varios cortometrajes como Escenas de
la vida de Santa Teresa de 1926, Teresa
de Ávila de 1958 o Teresa de la
Hispanidad de 1964. Por otra parte, un
documental de 70 minutos (Ávila y América) que fue encargado por
un religioso abulense (gentilicio de Ávila). En 1961 vio la luz la primera película: Teresa de Jesús fue una gran producción dirigida por Juan de Orduña.
En ella, Teresa de Ahumada es una
joven internada por su padre en el
convento abulense de La Encarnación, ante
sus encuentros amorosos con su primo y un caballero. La película refleja su acercamiento a Dios y su impulso a la renovación de la regla del
Carmelo.
No obstante,
1984 marcó un punto y aparte en las aproximaciones cinematográficas a
la vida de la Santa. El 12 de marzo de ese año se estrenaba en TVE
Teresa de Jesús,
una serie de ocho episodios dirigida por Josefina Molina y
magistralmente interpretada por
Concha Velasco. Una producción que abarca toda su
vida, desde 1519 (cuando tenía cuatro años) hasta su muerte en 1582,
y que alimentó la curiosidad del público por
sus obras. Os animamos a ver esta miniserie y descubrir más sobre
la figura cumbre de la escritura femenina religiosa en España.
Y, por supuesto, en
Tía Tula Colegio de español no podía faltar una de las aulas con su nombre: el aula Santa Teresa.
Conoce otras aulas de Tía Tula que llevan el nombre de grandes artistas españoles:
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