Hoy es un día destacado en el calendario de cualquier gallego y es que,
desde
1963, se celebra cada
17 de mayo el
Día das Letras Galegas (Día de las Letras Gallegas). Una
iniciativa aprobada, precisamente, por la persona a la que se rindió
homenaje el año pasado:
Francisco Fernández del Riego,
uno de los presidentes de la Real Academia Galega (RAG).
Pero, ahora bien, ¿por qué se eligió esta fecha para su celebración?
Francisco del Riego, junto a
Manuel Gómez Román y
Jesús Ferro Couselo, tomaron como punto de partida la archiconocida obra de Rosalía de Castro:
Cantares gallegos. El objetivo de esta propuesta era
exaltar la literatura gallega de la misma forma con la que el
Día del Libro conmemora la figura de Miguel de Cervantes y su obra maestra en castellano. Aunque
el régimen franquista no concedía permisos para la exaltación de las lenguas no oficiales, esta festividad fue aprobada con tan solo cinco días de antelación, y como no podía ser de otra forma,
ese año fue dedicado a Rosalía de Castro. A pesar de que a lo largo de la historia han sido pocas las mujeres homenajeadas,
este año la protagonista será la poeta y ensayista Luisa Villalta, coincidiendo con el 20 aniversario de su muerte. Si quieres conocer más detalles sobre esta escritora, te invitamos a leer esta noticia:
Por supuesto, no podemos terminar de sumergirnos en el Día de Las Letras Gallegas sin antes descubrir a la autora y el libro que hicieron posible esta celebración. Rosalía de Castro, cuyo nombre honra una de las aulas de Tía Tula, nació en Santiago de Compostela el 23 de febrero de 1837. Su madre, doña María Teresa de Castro, pertenecía a una familia hidalga; mientras que su padre, don José Martínez Viojo, era sacerdote. Por ese motivo, no pudo reconocer a su hija y acabó encomendando su cuidado a sus hermanas (doña Teresa y doña María Josefa). Hasta que cumplió los ocho años, la pequeña Rosalía estuvo en Ortoño bajo la protección de sus tías paternas; sin embargo, cuando las cosas se calmaron, se fue a vivir con su madre a Santiago.
En cuanto a su educación, se sabe que acude a
la Sociedad Económica de Amigos del País
para estudiar francés, dibujo y música, aunque es muy probable
que en algunos casos su aprendizaje fuera autodidacta.
Y, a los 15 años,
debutó como actriz en el Liceo de la Juventud de Santiago con
la obra teatral de
Antonio Gil y Zárate titulada Rosamunda. Con el fin de iniciar su actividad
literaria se traslada a Madrid en 1856, donde conocerá a su
futuro marido:
Manuel Murguía, un brillante periodista que tuvo un papel destacado en el
Rexurdimiento cultural galego. Un año después escribió
su primer poemario en castellano, La Flor, que Murguía reseñó apasionadamente en el periódico
La Iberia. Este es, sin lugar a dudas, un capítulo importantísimo en la
vida de Rosalía, debido a que esta relación amorosa le va a
permitir
introducirse en los círculos literarios y editoriales del
momento. El 10 de octubre de 1858 se dieron el “sí quiero”, y
de esta unión, nacieron sus siete hijos.
Empapada por autores como Gustavo Adolfo Bécquer o el alemán Heinrich Heine,
publicó en
1861 su primer poema en lengua gallega titulada
Adiós, ríos; adiós, fontes. En 1863, tras el fallecimiento de su madre, publica
A mi madre, un conjunto de versos elegíacos en castellano que demuestran el dolor de
su pérdida. Además, ese mismo año vio la luz
la pieza angular del resurgimiento de la literatura gallega del siglo
XIX. Evidentemente, hablamos de Cantares gallegos, la composición que ha marcado el día de hoy en Galicia y, no es para
menos, pues con él
ensalzó la belleza de su tierra y sus costumbres por medio de la lengua
gallega. En su estancia en Simancas escribe su segunda gran obra:
Follas Novas (1880), que serán los últimos escritos en gallego
y supondrán el inicio de la poesía moderna española. Paralelamente a
su obra poética, desarrolla también la narrativa en castellano con
las obras La hija del mar (1859), Flavio (1861),
Ruinas (1866),
El caballero de las botas azules (1867) y
El primer loco (1881).
Finalmente, Rosalía de Castro -considerada como el alma de Galicia-
murió de un cáncer de útero en su casa de Padrón, a los cuarenta y
ocho años, el 15 de julio de 1885.
Desde Tía Tula… ¡Feliz día a todos los gallegos!
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