¿Por qué el nombre de Tía Tula para la escuela Tía Tula?

¿Alguna vez os habéis preguntado por qué nuestra academia se llama precisamente así, “Tía Tula”? Nuestra profesora Raquel –que es muy curiosa- sí, de modo que se lo preguntó a Rosa, nuestra directora, y aquí os transcribimos –bastante fielmente- la conversación que se derivó de ello:

-Raquel: ¿Sabes qué, Rosa? He empezado a leer “La tía Tula”, porque  he pensado que trabajando en un lugar que lleva su nombre, casi es requisito indispensable leerla, y quería preguntarte por qué decidisteis llamar al cole así.

-Rosa: Pues buscábamos un nombre que fuera representativo de la cultura salmantina y la lengua española, y la figura de Unamuno sin duda lo es. Su novela, La tía Tula, a mí siempre me ha gustado mucho, la he leído varias veces. Además el nombre de Tía Tula tiene una fonética fácil de pronunciar para hablantes de muy diversas lenguas.

-Raquel: He pensado en hacer un artículo sobre ello para el blog de español, ¿qué te parece?

-Rosa: Me parece fenomenal. También el nombre que elegimos para la cafetería de la academia, que abrimos unos años después, es otro personaje de la novela: Manolita.

-Raquel: Ah, pues todavía no sé quién es Manolita…

-Rosa: Es que eso no lo descubrirás hasta el final del libro... ;)

Y tras esta conversación, Raquel se sumergió, para compartirlo con vosotros/as,  en el universo literario de La Tía Tula y de la vida de su autor. Esperamos que lo disfrutéis.

Antes de centrarnos en La Tía Tula, hablemos sobre Miguel de Unamuno y Jugo, una de las figuras más importantes, complejas e interesantes de las letras hispánicas, y de su estrecha relación con la historia de nuestra ciudad, Salamanca, y su Universidad. Unamuno nació en Bilbao en 1864 (de ahí la característica txapela o boina vasca que solía llevar), y falleció en Salamanca en una fecha simbólica difícil de olvidar: el 31 de Diciembre de 1936

Fue profesor, filósofo, catedrático de historia de la lengua castellana y escritor perteneciente a la Generación del 98, además de Rector de la Universidad de Salamanca a partir de 1901. En 1914 fue destituido de dicho puesto por el dictador Primo de Rivera y desterrado a las Islas Canarias. Volvió a Salamanca en 1931 y ocupó de nuevo el rectorado hasta 1936 -poco antes de morir-, cuando fue nuevamente destituido por el presidente de la II República, Manuel Azaña, por apoyar el golpe de estado del general Franco. Porque la historia hay que contarla completa, con sus luces y sus sombras, y lo cierto es que Unamuno, previamente republicano, se fue desencantando y distanciando del gobierno republicano hasta el punto de secundar la sublevación militar dirigida por el dictador Franco que dio inicio a la Guerra Civil Española y a la posterior dictadura del país. Sin embargo, afortunadamente, terminó retractándose de este apoyo. A este respecto, es muy conocido el acontecimiento histórico en el que Unamuno muestra abiertamente su rechazo al alzamiento militar aquel 12 de octubre de 1936 en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, enfrentándose valientemente al golpista Millán-Astray, general franquista que creó la Legión Española. Ríos de tinta se han escrito sobre este suceso… Sin embargo, nunca sabremos con certeza qué ocurrió exactamente y cuáles fueron las palabras concretas de Unamuno, pues su famoso discurso del que procede la célebre frase “Venceréis, pero no convenceréis”, fue improvisado por él durante el evento, y no fue recogido por la prensa de la época. Lo que sí sabemos, como atestiguan las fotografías, es que Unamuno, ya mayor, tuvo que salir del brazo de Carmen Polo (esposa de Franco y ferviente cristiana, la cual sentía simpatía por Unamuno por ser también una persona muy religiosa) y llevado hasta un coche en medio de los gritos y los brazos alzados en simbología fascista de los falangistas allí reunidos, para evitar que sufriera algún tipo de agresión.  Tras ello, Franco le destituyó como rector y sufrió arresto domiciliario. Aquí os dejamos la foto histórica de ese momento y el fragmento de la hermosa película “La isla del viento” (2015), donde se representa aquel episodio tan crucial en la vida del escritor.

Fragmento de la película “La isla del viento” sobre el discurso de Unamuno en el Paraninfo: 


Tampoco queremos dejar pasar la ocasión de recomendaros la película “Mientras dure la guerra” (2019), la más reciente versión cinematográfica de los últimos momentos de la vida de Unamuno, filmada en Salamanca, y en la que estoy orgullosa de contaros que actuó como extra  nuestro compañero Jaime :), interpretando a uno de los militares que salen al comienzo del tráiler.
Tráiler de “Mientras dure la guerra”:  


Durante los años que vivió en Salamanca, Unamuno residió en dos edificios: el primero (imagen de la izquierda) durante su etapa de rector, se encuentra junto a la fachada de la Universidad (¡sí, sí, la de la famosa rana!), y es actualmente la Casa-Museo Unamuno, que conserva su mobiliario, sus fotografías, su extensa biblioteca… y la cual os recomendamos visitar. Al ser destituido tras el episodio que acabamos de narrar, vivió sus últimos meses en la llamada Casa del Regidor Ovalle Prieto (imagen de la derecha), junto a la que podemos ver una de las varias estatuas que de Unamuno hay en la ciudad. Es en esta última vivienda donde murió sobre su mesa, mientras leía -mesa que se conserva en la Casa-Museo-, víctima de un infarto provocado por los últimos acontecimientos vividos. De modo que aunque la Guerra Civil y el franquismo no asesinaron directamente a Unamuno, como sí lo hizo con otros grandes escritores como Federico García Lorca, finalmente acabó  con su vida de otro modo. Este último edificio, cuyas piedras guardan los ecos de su historia y también nuestra historia, corre el peligro, según noticias de la prensa local, de ser vendido a una promotora para convertirlo en apartamentos turísticos. Ojalá nunca ocurra.












Antes de adentrarnos en su obra “La tía Tula”, contaros que este autor cultivó todos los grandes géneros literarios: novela, ensayo, teatro y poesía, y en todos ellos dejó impreso su carácter, sus conflictos y contradicciones internas y los temas que marcaron su vida: La religión, sus crisis de fe y el sentido de la existencia humana, la política, la sociedad, la historia y lo que él llamó “la intrahistoria” de España, la familia… 

Una de las facetas más fascinantes de Unamuno para mí, al ser filóloga y profesora de español, es el hecho de que Unamuno hablara nada menos que ¡nueve idiomas diferentes! Además de sus lenguas maternas, el español y el euskera (o vasco), hablaba con fluidez latín, griego, inglés, francés, italiano, alemán, y aprendió danés para leer a Søren Kierkegaard. Y es que afirmaba D. Miguel, citando a Goethe, que “quién sólo sabe su lengua, ni aún su lengua sabe”. Con ello el ilustre pensador quería transmitir que al aprender otras lenguas aparte de la materna, llegamos a comprender en mucha mayor profundidad los mecanismos, estructuras y matices de nuestro propio idioma. 

Así que ya sabéis, ¡a aprender idiomas! Y a poder ser, en Tía Tula ;) 

Centrándonos ahora en la novela que da nombre a nuestra escuela -o quizás deberíamos decir “nivola”, término acuñado por el propio escritor-, comenzar explicando que ésta, la más popular de sus novelas, fue publicada en 1921, con escaso éxito en su momento. Según palabras de su autor “La tía Tula, que pasó inadvertida en España es uno de mis mejores éxitos en Alemania, Holanda y Suecia”.

Así la resumía el autor en una carta a su amigo y también escritor, Joan Maragall: “Ahora ando metido en una nueva novela. La Tía, historia de una joven que, rechazando novios, se queda soltera para cuidar a unos sobrinos, hijos de una hermana que se muere. Vive con el cuñado, a quien rechaza para marido, pues no quiere manchar con el débito conyugal el recinto en el que respiran aire de castidad sus hijos.  Satisfecho el instinto de maternidad, ¿para qué perder su virginidad?  Es virgen madre. Conozco el caso”. En ella estuvo trabajando casi 20 años antes de publicarla.

Fue esta costumbre, la de que la tía soltera cuidara de los hijos de su hermana fallecida, muestra costumbrista de algo habitual en la España en esa época, aunque con algunas fundamentales diferencias: normalmente la tía en cuestión solía casarse con su cuñado para formalizar la unión familiar, y se adaptaba a una familia ya establecida y controlada por la figura paternal, con escasas posibilidades de decisión y dominio. No es el caso de Tula, quien se convierte en una matriarca fuerte e implacable, que bajo el ropaje del sacrificio, guía los destinos de todos los miembros de la familia, como también hizo en vida con su hermana fallecida. Como anécdota, deciros que Rosa, nuestra directora, se llama igual que la hermana de Tula, madre biológica de sus hijos/sobrinos y personaje importante en la historia.

En el personaje principal de Tula (hipocorístico habitual del nombre Gertrudis) viven dos fuertes contradicciones: su ansia por ser madre -la maternidad, que también representa la inmortalidad- y sus ansias por mantenerse pura. Es ello reflejo y proyección de la preocupación constante de Unamuno por alcanzar la perfección ascética.

Siguiendo esta línea argumental, la protagonista, que encarna -orgullosa de ello- la concepción tradicional de la familia y de la mujer, es a la vez víctima de ella, ejemplificando y encarnando la compleja personalidad de Unamuno, dividido siempre en contradicciones y cambios.

Parte del éxito de esta obra se debe a la versión cinematográfica dirigida por Miguel Picazo, que fue premiada en el festival internacional de San Sebastián. Esta adaptación es, en cierta medida, bastante libre, pues aunque se mantiene fiel a la trama, omite pasajes de la obra y a cambio ahonda en aspectos que la novela sólo sugiere. Si bien el libro se centra principalmente  en la relación de Tula con sus hijos/sobrinos, con su hermana y sus ideas sobre la maternidad, la película opta por desarrollar más la contradictoria actitud de Tula hacia su cuñado, el cual está enamorado de ella, pero a quien, a pesar de darnos a entender que también lo quiere y llevar una vida prácticamente matrimonial junto a él,  siempre lo rechaza como esposo. “¿Le quiero o no le quiero? –se interroga-. ¿No es soberbia esto? ¿No es la triste pasión solitaria del armiño, que por no mancharse no se echa a nado en un lodazal a salvar a su compañero…?” Dice Tula hacia el final de la novela.

Por cierto, detengámonos un momento en el leísmo de la frase “le quiero”, muy propio en Unamuno, quien solía cometer errores ortográficas intencionados en sus escritos (ejemplos: *escojer o *telégrama), así como semánticos, pues siendo profundo conocedor de las lenguas clásicas y modernas, utilizaba las palabras en sus sentidos etimológico,  que no siempre coinciden con el actual.

Os dejamos un fragmento de la película: 


Son los temas de la maternidad y la virginidad importantes para Unamuno, persona profundamente religiosa, pero que pasó por grandes crisis de fe a lo largo de su vida. Es habitual en los escritos de Unamuno referirse a su esposa como la madre de sus ocho hijos, y también su verdadera madre. “Hijo mío”, dice Unamuno que habitualmente le decía su esposa Concha. Además, la influencia del entorno femenino en su vida fue continua, pues vivió desde su infancia rodeado de sus hermanas, y posteriormente de sus hijas.

El título del libro, que en principio iba a ser solamente “La Tía”, pone en relieve el hecho de que sus hijos/sobrinos, a quienes Tula pidió en un momento dado que la llamaran madre, a su muerte siempre se referirán a ella como “la tía Tula”.

Sin embargo, y para no faltar a la verdad, debemos aclarar que Unamuno no se interesó nunca en las cuestiones feministas, lo que le llevó a polemizar con Emilia Pardo Bazán, escritora feminista contemporánea a él. Era la posición de Unamuno una visión tradicional de la mujer, típica de su tiempo y también defendida por otros intelectuales hombres como Nietzsche o Schopenhauer, que subordinaban a la mujer a una visión principalmente procreadora. Sirva como ejemplo de la opinión de Unamuno al respecto estas letras escritas en una carta enviada a un amigo: “Tengo de la mujer y del matrimonio la idea más puritana posible, y en algo casi medieval; lo erótico no me interesa, y en la mujer veo sobre todo, como Goethe, una bonne menagère. La mujer de su casa, hacendosa y remengada (que dicen en mi país), es la que más aprecio […] Pues ésa me parece la mujer modelo”. Este concepto de la mujer no se contradice con la fortaleza que vemos en el personaje de Tula, pues esta fortaleza se muestra en cualidades consideradas específicamente femeninas: la maternidad y la virginidad. Las mujeres son ante todo madres para Unamuno, y esa cualidad adquiere en la obra del rector salmantino un carácter metafísico que enlaza con el ansia de eternidad que experimenta en su vida personal el propio escritor.

Finalmente, la herencia espiritual de Tula, que sin haber tenido herencia carnal biológica ha logrado preservar la estructura familiar -sustento moral del individuo para Unamuno-, queda posteriormente encarnada y perpetuada en el personaje de Manolita, que como os adelantábamos, da nombre a nuestra cafetería. Pero para no hacer spoilers, o como decimos en español, destriparos el final, no explicaremos quién es Manolita, para que quienes queráis, podáis descubrirlo leyendo vosotros mismos la novela.

Querido lector, si has llegado hasta aquí, sólo nos queda invitarte a que vengas a estudiar con nosotras en Tía Tula, a tomarte un café en nuestro Café Bar Manolita, y a pasear por las calles de la preciosa ciudad monumental de Salamanca, las mismas por las que paseó Don Miguel de Unamuno, y así conocer los lugares emblemáticos de los que te hemos hablado, legado y testimonio histórico de nuestro pasado.

Nos despedimos con una imagen de la academia (situada frente a la parte trasera del edificio de la Facultad de Filología donde impartía clases Unamuno), y la cafetería Manolita. 










Autora: Raquel Magdaleno Machado - profesora de español en Tía Tula.

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