Love (for Spain) in the Time of Coronavirus - 3 - Spain from its balconies
Photo: Jon Nazca / Reuters |
Photo: David Ramos / Getty Images |
Here you have some videos where you can see this “Spain from its balconies”:
Note: We have based our article “Love (for Spain) in the Time of Corovirus” on this same Spanish way of living that can be seen nowadays in our balconies (and it is also inspired by title of García Marquez’s novel).
(Now in Spanish / Ahora en español)
El amor (a España) en los tiempos del coronavirus - 3 – La España de los balcones
Una de las grandes preguntas de estos días es “¿Por qué la pandemia del coronavirus ha golpeado con tanta saña a España?” A veces no resulta fácil encontrar la respuesta a una pregunta así, que se presenta en primera instancia como compleja. Pero en esta ocasión tal vez baste con levantar la vista hacia los balcones de las calles españolas para dar con la clave. Son muchos los países que aplauden desde el principio a una determinada hora del día – al empezar a caer la noche, normalmente - para expresar agradecimiento sobre todo al personal sanitario que tanto está dando por los demás en esta crisis. Pero en España, este acto social conjunto va más allá del mero aplauso por agradecimiento a los sanitarios: es una cita diaria con los demás (sagrada en muchos hogares), y es un desahogo colectivo que se canaliza a través no sólo de los aplausos – que muchas veces parece que se dan de todos para todos -, sino también de canciones que se cantan o se reproducen con potentes altavoces de equipos de sonidos, de bailes, de conversaciones y diálogos… Bueno, las conversaciones entre ventanas y balcones no se limitan a la hora de los aplausos, eso es verdad: se dan casi en cualquier momento. Son expresiones de una forma de ser y de sentir, de vivir la vida, diferentes, muy propias de España: una necesidad disparada de sociabilidad, de contacto humano y de comunicación, verbal y no sólo verbal.
El fin de semana anterior al paso a “estado de alarma” y confinamiento derivado, España era una fiesta social: calles repletas, manifestaciones (por el Día Internacional de la Mujer), terrazas y parques llenos, eventos deportivos y conciertos por doquier, gente en los bares, gente en las tiendas y centros comerciales, gente en los teatros y cines… Y no tenía nada de particular: era simplemente un fin de semana más, con buen tiempo (tiempo de primavera adelantada). ¿Pecamos los españoles de ingenuidad ante lo que amenazaba y podía venir? Es evidente, a la vista de los acontecimientos posteriores, que sí. Pero no era fácil de ver – faltaban antecedentes -, y la prueba de ello es que ese error de subestimar el problema y de achacar su explosión en otros sitios a algo que allí se habría hecho mal (que no se concretaba nunca), lo han ido cometiendo en cadena todos los países. La diferencia con España ha sido que esta forma de ser tan suya, tan particular y tan autóctona, resultaba gasolina para el fuego que era la pandemia. Pero no podemos evitarlo: somos así. Y así seguiremos siendo después de esto, aunque cueste volver a cogerle el pulso a la vida. En caso contrario, el virus no sólo se habrá llevado a algunos de nosotros: se habrá llevado nuestra esencia misma, nuestra alma... Así que habrá que resistir. Y resistiremos.
Nota: Esta forma española de ser y de vivir, cuya expresión pervive hoy día, en medio del confinamiento, a través de los balcones de nuestras calles, da en gran medida sentido al título de esta crónica de la crisis que hemos dado en llamar “El amor (a España) en los tiempos del coronavirus” (inspirado por otra parte en el título de la obra de García Márquez).
(Now in Spanish / Ahora en español)
El amor (a España) en los tiempos del coronavirus - 3 – La España de los balcones
Una de las grandes preguntas de estos días es “¿Por qué la pandemia del coronavirus ha golpeado con tanta saña a España?” A veces no resulta fácil encontrar la respuesta a una pregunta así, que se presenta en primera instancia como compleja. Pero en esta ocasión tal vez baste con levantar la vista hacia los balcones de las calles españolas para dar con la clave. Son muchos los países que aplauden desde el principio a una determinada hora del día – al empezar a caer la noche, normalmente - para expresar agradecimiento sobre todo al personal sanitario que tanto está dando por los demás en esta crisis. Pero en España, este acto social conjunto va más allá del mero aplauso por agradecimiento a los sanitarios: es una cita diaria con los demás (sagrada en muchos hogares), y es un desahogo colectivo que se canaliza a través no sólo de los aplausos – que muchas veces parece que se dan de todos para todos -, sino también de canciones que se cantan o se reproducen con potentes altavoces de equipos de sonidos, de bailes, de conversaciones y diálogos… Bueno, las conversaciones entre ventanas y balcones no se limitan a la hora de los aplausos, eso es verdad: se dan casi en cualquier momento. Son expresiones de una forma de ser y de sentir, de vivir la vida, diferentes, muy propias de España: una necesidad disparada de sociabilidad, de contacto humano y de comunicación, verbal y no sólo verbal.
El fin de semana anterior al paso a “estado de alarma” y confinamiento derivado, España era una fiesta social: calles repletas, manifestaciones (por el Día Internacional de la Mujer), terrazas y parques llenos, eventos deportivos y conciertos por doquier, gente en los bares, gente en las tiendas y centros comerciales, gente en los teatros y cines… Y no tenía nada de particular: era simplemente un fin de semana más, con buen tiempo (tiempo de primavera adelantada). ¿Pecamos los españoles de ingenuidad ante lo que amenazaba y podía venir? Es evidente, a la vista de los acontecimientos posteriores, que sí. Pero no era fácil de ver – faltaban antecedentes -, y la prueba de ello es que ese error de subestimar el problema y de achacar su explosión en otros sitios a algo que allí se habría hecho mal (que no se concretaba nunca), lo han ido cometiendo en cadena todos los países. La diferencia con España ha sido que esta forma de ser tan suya, tan particular y tan autóctona, resultaba gasolina para el fuego que era la pandemia. Pero no podemos evitarlo: somos así. Y así seguiremos siendo después de esto, aunque cueste volver a cogerle el pulso a la vida. En caso contrario, el virus no sólo se habrá llevado a algunos de nosotros: se habrá llevado nuestra esencia misma, nuestra alma... Así que habrá que resistir. Y resistiremos.
Nota: Esta forma española de ser y de vivir, cuya expresión pervive hoy día, en medio del confinamiento, a través de los balcones de nuestras calles, da en gran medida sentido al título de esta crónica de la crisis que hemos dado en llamar “El amor (a España) en los tiempos del coronavirus” (inspirado por otra parte en el título de la obra de García Márquez).
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