Expresiones en español con nombres de lugares

En Tía Tula hemos querido hacer una recopilación, que mostramos a continuación, de algunos de estos dichos que utilizamos en nuestras conversaciones diarias para conocer mejor su origen y significado:

Estar en Babia
Se dice cuando se está despistado o pensando en otra cosa. 
Se refiere a las largas temporadas de descanso que pasaban los reyes leoneses en Babia, territorio de las montañas cantábricas, entre las actuales provincias de León y Asturias, cazando osos, corzos y jabalíes.

Estar en las Batuecas
Significa estar despistado o con la mente en otro sitio, al igual que la expresión “estar en Babia”.
Las Batuecas es un valle que se abre entre dos estribaciones de la Sierra de Francia, al sur de la provincia de Salamanca.
Desde siempre ha sido considerado este lugar como mágico y misterioso, dada su inaccesibilidad y su belleza.
En tiempos pasados, sus habitantes tenían fama de salvajes. Eran llamados los beocios de España, o sea, los ignorantes o estúpidos. Hace 150 años, decir que uno se había criado en las Batuecas era ponerle al nivel de un cafre.

Estar en la luna de Valencia
Es muy común referirse a aquellos que se han quedado rezagados y/o despistados de algún cometido que debían hacer.
La explicación del origen de esta expresión, y que más fuentes otorgan como cierta, es la que se refiere a las antiguas murallas que rodeaban la ciudad de Valencia. Éstas tenían unas puertas por las que acceder al interior y que eran cerradas por la noche tras el toque de queda. Aquellos rezagados que llegaban tras el cierre no podían pasar al interior y por lo tanto no tenían posibilidad de ir a dormir a sus casas, por lo que debían pasar el resto de la noche al raso, a la luna de Valencia.

Estar en Jauja
Se usa para indicar que la persona está en buena o cómoda posición financiera.
La ciudad de Jauja está situada en Perú y fue fundada por el conquistador Francisco Pizarro en el siglo XVI. 
Tras la toma de los españoles, empezó a ser vista como un lugar idílico y paradisiaco, donde no faltaba de nada. La meca del placer. El autor de la época Lope de Rueda, llegó a escribir de este lugar que “las calles estaban empedradas con piñones y por ellas corrían arroyos de leche y miel”. 

Irse por los cerros de Úbeda
Usamos este dicho para dar a entender que alguien al hablar se sale del argumento que estaba tratando, cambia de tema de conversación sin motivo o responde a lo que se le pregunta con algo que nada tiene que ver con la cuestión.
Pocos años antes de la batalla de las Navas de Tolosa, la localidad fue el escenario de un enfrentamiento entre cristianos y almohades. Uno de los capitanes del rey Fernando III, Álvar Fañez desapareció justo antes de comenzar el enfrentamiento. Casualmente, regresó una vez conquistada la ciudad, cuando ya no corría ningún peligro, alegando que se había perdido en los cerros de la localidad. Esta justificación se convirtió en motivo de mofa entre los lugareños. Conscientes de la escasa altitud del cerro, comenzaron a utilizar la expresión en el sentido que ha llegado hasta nuestros días.

Más se perdió en Cuba
La expresión completa es más se perdió en Cuba y vinieron cantando. Se trata de consolar a quien ha tenido algún fracaso. Y se le consuela con el tópico recurso de que siempre hay cosas peores.
Realmente con la pérdida de Cuba y Filipinas en 1898, España veía cómo se desmoronaba definitivamente cuatrocientos años de imperio ultramarino.

Estar entre Pinto y Valdemoro
Se emplea para indicar indecisión a la hora de optar por dos o más cosas.
Pinto y Valdemoro son dos pueblos de la provincia de Madrid que antaño estaban separados únicamente por un arroyo. Si se ponía un pie en cada orilla, tan estrecho era el arroyuelo, que se estaba entre Pinto y Valdemoro, o sea, ni en un sitio ni en otro.
La leyenda local cuenta que un borracho iba desde Valdemoro hacia Pinto y en el riachuelo empezó a bailotear y a dar pasos para adelante y para atrás. “Ahora estoy en Pinto, ahora en Valdemoro, ahora estoy en Pinto, ahora en Valdemoro”, decía. Tanto saltó que al final se cayó al río. “Ahora estoy entre Pinto y Valdemoro”, acabó por decir.

Quien se fue a Sevilla perdió su silla
Este dicho, de utilización muy extendida, se emplea cuando alguien se ausenta de un lugar y, al regresar, otra persona ha ocupado su sitio.
Durante el reinado de Enrique IV (1454-1474), rey de Castilla, se concedió el arzobispado de Santiago de Compostela a un sobrino del arzobispo de Sevilla, Alonso de Fonseca. La ciudad de Santiago estaba revuelta. El sobrino pidió a su tío que ocupara él de Santiago para apaciguarlo, mientras él se iba a Sevilla. Alonso de Fonseca, una vez pacificada Santiago de Compostela, quiso volver a Sevilla. Como su sobrino se negaba a abandonar Sevilla, hubo que recurrir a un mandamiento papal, a la intervención del rey castellano y al ahorcamiento de algunos de sus partidarios.

No se ganó Zamora en una hora
Con esta expresión indicamos a alguien que ha de tener paciencia para llevar a cabo alguna acción que, por lo general, requiere bastante tiempo.
No fue una hora sino siete meses los que estuvo la ciudad asediada por Sancho II, rey de Castilla, que había perdido León, en manos de su hermano Alfonso VI tras el reparto de la herencia de su padre. Urraca desafió a Sancho antes de sufrir el ataque de las tropas de su hermano. El caballero Vellido Dolfos, partiendo desde el interior de la ciudad, consigue los favores de Sancho II y finalmente lo asesina a pie de la muralla el 6 de octubre de 1072. 

Salir de Málaga y entrar en Malagón
Se dice cuando se sale de una situación difícil y se entrar en otra aún peor.
Tal y como explica Francisco Ríos en su columna ‘Lenguas Vivas’ de La Voz de Galicia “dada la distancia entre la capital andaluza y la villa del Campo de Calatrava, no cabe más explicación para su coincidencia en el dicho que ambos topónimos comienzan por Mala- y el segundo termina en un -ón muy propio de aumentativos”. Malagón aparece muy frecuentemente en los escritos de santa Teresa, pues fue allí donde la mística hizo su tercera fundación, el convento de San José: "Si hallare en Malagón quien nos preste cincuenta ducados [...], los tomaré de buena gana, pues para tantas monjas no es mucho" (carta al padre Jerónimo Gracián. Burgos, 25 de junio de 1582).

             “Diccionario de dichos y frases hechas” – Alberto Buitrago

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