Viaje a Sevilla
Reproducimos a continuación la crónica de un viaje a Sevilla realizado por unas estudiantes de Tía Tula durante su estancia en España. Merece la pena, de verdad... ¡Ah!, y aseguramos que está tal cual la escribieron ellas, no hemos tocado nada (¡enhorabuena, chicas, por vuestro español!)
Sevilla es una maravilla
¿Vale la pena viajar siete horas en autobús en dirección sur para ver la ciudad de tapas y toros, del flamenco, de la Giralda y del Alcázar, de reyes árabes y cristianos y además la capital de Andalucía al río Guadalquivir? Nuestra respuesta es: ¡ SÍ !
Hace unas semanas fuimos a comprobar si de verdad “Sevilla es una maravilla” (lo que dicen los sevillanos). Lo primero que nos llamó la atención (y nos encantó) feron los colores: amarillo azafrán, rojo y blanco. Empezamos nuestra ruta por la ciudad en el barrio Santa Cruz que encanta con callejuelas bonitas con casas con típicos patios andaluces, decoradas con los emblemátcos geranios. Lamentablemente ya había pasado la temporada del famoso azahar – el tiempo cuando florecen los miles de naranjos que crecen en la ciudad y dan sombra a las calles. Esta es imprescindible en el sur para protegerse del calor (contra el cual habíamos recibido miles de advertencias ya antes...). A pesar del calor se puede recomendar recorrer la ciudad a pie. Si no te apetece esto puedes aprovechar una de las abundantes carrozas de caballo que ofrecen paseos turísticos por la ciudad.
Para ver la ciudad a vista de pájaro Sevilla ahora cuenta con dos lugares ideales: La Giralda (la torre de la catedral) y el Metropol Parasol (una estructura de madera en forma de setas gigantes de 26 metros de altura con un mirador encima). Desde allí arriba puedes ver no sólo las bonitas azoteas de las casas (¡Imagínate, en unas incluso hay piscina!) sino también los lugares emblemáticos y conocidos de la capital andaluza: la Catedral, el Real Alcázar, la Plaza de España en el Parque María Luisa y la Plaza de Toros de la Real Maestranza. A nosotras nos hechizó sobre todo el Alcázar con sus hermosas salas y patios decorados con yeserías y azulejos. También nos gustó mucho la Plaza de España que fue construida para la Exposición Iberoamericana en 1929. Ahí hay un banco para cada provincia de España (en la foto estamos en la de Salamanca, por supuesto).
Tuvimos la suerte de poder participar en dos espectáculos interesantes que se celebran cada julio en Sevilla: los conciertos de noche en los jardínes del Real Alcázar y la Velá de Santa Ana en el barrio de Triana con la famosa cucaña. Para ganar este concurso hay que caminar sobre un poste horizontal untado con grasa sobre la proa de una barcaza en el río Guadalquivir hasta alcanzar el banderín en el extremo del poste. Pero por supuesto la mayoría de los valorosos que lo intentan cae al agua (para la diversión del público en la orilla).
Regresamos felices a Salamanca, con la cabeza llena de colores, olores, sonidos y con recuerdos de una ciudad llena de vida – y os aseguramos que de verdad Sevilla es una maravilla.
Estudiantes de Tía Tula
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