Puntualidad en España: "Reloj, no marques las horas"
Es hora de hablar de la puntualidad en España. O mejor dicho, de la falta de puntualidad en España. ¿Un mito que no lo es tanto? La cosa en realidad, como es lógico depende de cada español - no todos somos iguales - y algo está cambiando con los tiempos, pero probablemente sí, la cultura española adolece de un sentido estricto de la puntualidad. Escribe sobre el tema Antonia, procedente de Bulgaria y perteneciente al equipo administrativo de Tía Tula (esta semana celebraba su cumpleaños, por cierto: ¡felicidades!).
¿QUÉ HORA ES? O… EL FENÓMENO LLAMADO "HORA HISPÁNICA"
Son las 20.10. Salgo de mi piso y voy caminando hacia el Paseo del Doctor Torres Villarroel. He quedado con unas amigas a las 20.30 para ir de tapas por la zona de Van Dyck. La noche es bastante fresca y este famoso viento de Salamanca traspasa cualquier abrigo, bufanda, guantes y te deja la piel helada. Te entran ganas de darte la vuelta y volver a casa para meterte debajo de la manta y ver una peli mientras tomas una taza de chocolate caliente... Pero qué le vamos a hacer, hay que adaptarse a las condiciones meteorológicas e intentar que ellas no influyan sobre la vida y los andares por aquí y por allá.
Camino deprisa temiendo que llegaré tarde y haré esperar a las demás (no hay nada peor para mí que llegar tarde a una cita y obligar a las personas a que te esperen. No, no soy inglesa, por si os lo estáis preguntando. Pero la puntualidad británica me es muy conocida).
Pues..., allí está el cine de Van Dyck. Hay bastante gente y yo busco con la mirada alguna cara conocida. Son todavía las 20.25 pero nunca se sabe, quizás alguna haya ido incluso antes que yo (por entusiasmo e impaciencia de vernos y tomar una copa mientras charlamos de las cosas de la vida..., ya sabéis cosas de mujeres).
Me doy cuenta de que estoy sola. Me siento en un banco y compruebo mi móvil. Tengo un mensaje que me deja con la boca abierta: debido a cosas imprevistas la cita se pospone para las 21.00. ¡Vaya suerte la mía! Con los cascos del mp3-player no he oído el mensaje y ya es muy tarde para volver a casa... ¿Qué hago? ¿Qué hago? Decido dar un paseo por allí para entrar en calor. Al final una amiga llega antes para que me haga compañía, para que no esté esperando sola. Ella es la primera que me habla del fenómeno "hora hispánica": cualquier hora menos la acordada. Parece que es algo normal aquí en España y las personas suelen aparecer entre diez y treinta minutos más tarde de la hora acordada. Gracias a las nuevas tecnologías (¡qué vivan los teléfonos móviles!) se puede enviar un mensaje diciendo "llego tarde" o "voy con retraso". A las personas no les queda otro remedio que esperar y rezar que esto "llego tarde" no sea un retraso mayor de 30 min.
¡Vaya cosa tan rara! A mí siempre me enseñaron a estar puntual en las citas (con quien quiera que sea). En más de una ocasión me fue repetido que si la otra persona no llegaba a la hora acordada era porque no valoraba tu tiempo, no te apreciaba. En mi deseo de nunca llegar tarde incluso voy antes (es mi forma de demostrar y decir "he llegado a tiempo porque te aprecio"... ¿Será hora de cambiar mis costumbres? ¿Será hora de cambiar el "chip"? (Rosa, guapa, esto lo pongo por ti ;-) ). Quizás sí, el tiempo que estuve esperando aquella noche en el frío me convenció. En futuras ocasiones intentaré estar para las citas unos 10-15 min. más tarde. Al fin y al cabo estamos en España y como dice el refrán cuando estás en Roma, haz como los romanos (WHEN IN ROME, DO AS THE ROMANS DO). Es otra forma de sumergirte en la cultura española y llegar a conocer el secreto de su tranquilidad y despreocupación. Será por algo que naciones conocidas por su puntualidad (por ejemplo, los ingleses y los alemanes) están haciendo todo lo posible para tener una casa chalet en la soleada España. Aquí la gente no vive regida por las manillas del reloj, está más a gusto consigo misma porque vive su vida sin ansiedad.
La próxima vez que tengáis cita con españoles, por favor, no os toméis a mal si llegan tarde. Es una manera suya de enseñarnos a vivir a tope sin ir mirando el reloj cada dos por tres.
Ninguna parte de lo escrito tiene por objetivo regañar o sermonear a las personas que tuvieron algo con ver con la dichosa cita de aquella noche.
Antonia, del Equipo de Tía Tula
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