Premios I Concurso de Microrrelatos de Tía Tula


Antoniya Biserova, primer premio concurso microrrelatosSøren Skovby, segundo premio concurso microrrelatosYa tenemos ganadores del Concurso de Microrrelatos de Tía Tula:

Primer premio: Antoniya Biserova Kyurlanova (Bulgaria), por "La noche que dejó de llover"

Segundo premio: Søren Sølvhøj Skovby (Dinamarca), por "Un cuento en Español"

El pasado viernes, durante la fiesta de Navidad de la escuela, tuvo lugar la entrega de premios. Enhorabuena a los premiados y gracias - muchas gracias - a todos los que habéis participado, especialmente desde casa.

Reproducimos a continuación los dos relatos ganadores. Más adelante iremos sacando una selección de los microrrelatos que más han llamado la atención del jurado, por diferentes virtudes.

La noche que dejó de llover, de Antoniya Biserova Kyurlanova

Caminaban juntos en la oscuridad y no llovía. Hacía tres meses que no dejaba de llover y ya era tiempo…
Allí estaba la catedral –magnífica, de otro mundo… Sería el silencioso testigo de sus revelaciones. Unas palabras que no decían nada y al mismo tiempo lo decían todo…
Pero al llegar el amanecer ella estaba sola… de nuevo. ¿Es que los sueños no duraban a la luz de la mañana? Su acompañante estaba inerte a sus pies. Una gota, otra gota, la lluvia regresó como si el cielo llorara su mal destino, como si compartiese su alma desgarrada.
Por lo menos ahora nadie notaría que estaba llorando. Tic, Tic… Clic, Clic… Splash… Splash…

Un cuento en Español, de Søren Sølvhøj Skovby

Había una vez un chico que se llamaba Sirius, que fue a Salamanca para aprender español. Sirius tenía el pelo blanco y toda su cara era resplandeciente como la luz de la estrella polar.
Un día Sirius andaba por Salamanca y se encontró a una chica. La chica tenía el pelo largo y negro y los ojos negros como el carbón. Sirius nunca había visto una chica tan guapa, y la siguió hasta que llegaron a un lugar que se llamaba Tía Tula. Era una escuela de español y estaba llena de estudiantes que hablaban español.
Poco a poco Sirius aprendía español y tenía muchos nuevos amigos.
Después de un año tuvo que ir a casa, a su país en el norte del mundo. Aunque Sirius estaba feliz, tuvo que irse.
Cuando llegó a su país, Sirius pensó que todo era raro. Nada era como él recordaba y sus amigos y se sentía bien.
Sirius llegó a Tía Tula y vivió feliz hasta sus últimos días, con la chica que tenía ojos bonitos como diamantes negros.
Todo porque Sirius no sólo aprendió español, en su tiempo en Tía Tula, sino también ahora fue español, con una cara castaña.


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