Cueva de Salamanca: Leyenda

Uno de los rincones de Salamanca más cargados de mito y de leyenda es sin duda la Cueva de Salamanca. Según cuenta la tradición, en este lugar impartía clases, de magia negra y de adivinación, allá por la Edad Media, el mismísimo Diablo. De ahí arranca su fama, de ahí arranca su leyenda.

¿Dónde se encuentra la Cueva de Salamanca? Pues se encuentra en realidad muy cerca de nuestra escuela, Tía Tula, como tantos y tantos puntos de interés monumental de la ciudad... Concretamente la Cueva de Salamanca está en la Cuesta de Carvajal. Mostramos aquí cómo se llega desde Tía Tula (A) hasta la Cuesta de Carvajal (B), usando Google Maps, y una vista de la propia cuesta, también de Google Maps (que vendría a situarse sobre el último esquinazo del recorrido anterior antes de llegar a B):



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Originalmente, la Cueva de Salamanca no era más que la cripta o la sacristía de la Iglesia de San Cebrián (San Ciprián),  iglesia que sería destruida a finales del siglo XVI. En dicha sacristía, Clemente Potosí, el sacristán, se dedicó durante años, según parece, a impartir clases de artes consideradas oscuras, tales como la astrología y la quiromancia, con el propósito de trasmitir técnicas adivinatorias. Es probable que los alumnos de sus clases se tuvieran que comprometer a no revelar el contenido de las mismas, razón por la cual la leyenda empezó a formarse y a crecer. Y a deformarse también: en breve, quien impartía las clases pasó a ser el Diablo en persona (¿a través de Clemente Potosí?); se decía que durante siete años, por las noches y en aquella cripta, Satanás adoctrinaba en magia negra a siete alumnos, la mayoría de ellos estudiantes universitarios (Salamanca ya era por entonces una de las ciudades universitarias de referencia en España - una España muy dominada por el poder de la Iglesia - y recibía alumnos de todas las partes del país, y de fuera de él también). Cuentan que al acabar los siete años se sorteaba entre los alumnos quién de ellos pagaba por todos; si el desafortunado no tenía dinero para pagar, entonces tenía que quedarse de por vida sirviendo al diablo, como su ayudante en las clases. Y aquí surge una de las capítulos más fascinantes dentro de esta fascinante leyenda: el Marqués de Villena (personaje legendario inspirado en Enrique de Villena o Enrique de Aragón), era uno de los estudiantes universitarios que participaba en estas clases; le tocó tener que pagar por todos y, como no tenía dinero, quedó atrapado en la sacristía para pagar con su servicio desde ese momento. Un día sin embargo decidió intentar escapar: se escondió en una tinaja y cuando el diablo entró en la sacristía, al no verlo, salió dejando la puerta abierta, lo que Villena aprovechó para escapar a la iglesia y posteriormente a la calle. El diablo intentó atraparlo pero no pudo: solo pudo alcanzar su sombra... Desde entonces el Marqués de Villena quedó marcado de por vida por esta maldición de haber perdido su sombra, que lo señalaba como deudor de Satán obligado a moverse entre las sombras para no evidenciarlo ante los demás.

Como siempre, son muchas las variaciones que existen sobre esta leyenda, pero la mayoría coinciden en los puntos esenciales. La historia fue muy conocida en España durante los siglos XIV al XVI; tanto es así que cruzó el charco con los primeros navegantes españoles que intervinieron en la colonización de Centro y Sudamérica, razón por la cual es frecuente que aún hoy por aquellas tierras se refieran a cuevas y lugares ocultos o tenebrosos con el término "salamancas". Pero en realidad antes de eso la historia de la Cueva ya había terminado porque la reina Isabel la Católica había ordenado tapiar la sacristía/cripta con argamasa y piedra unos años antes, prueba de la difusión que la leyenda había llegado a alcanzar por aquella época. La iglesia fue derribada posteriormente, en el año 1580: allí se perdió una mitad de la cueva y la otra pasó a ser trastero del palacio del Mayorazgo de Albandea primero, trastero de una panadería después y carbonería o depósito de desperdicios por último. Finalmente, en el siglo XX, a inicios de los años 90, la zona fue excavada concienzudamente y rehabilitada. Los hallazgos realizados fueron expuestos al público en 1993, constituyéndose desde entonces como una zona arqueológica de obligada visita, formada por tres partes: la torre de Villena (en alusión al marqués), la planta de la iglesia de San Cebrián y la Cueva de Salamanca. Esta obligada visita es la que hacen nuestros alumnos de vez en cuando, como actividad extraescolar: la que hicieron nuestros alumnos ayer mismo, sin ir más lejos.

La verdad es que cuando uno entra en el recinto la sensación es de ruinas. Y de pocas ruinas, apenas una muestra. Pero es difícil no estremecerse pensando en la leyenda que envuelve a este sitio, la leyenda que ha recorrido el mundo entero durante años y años. Y pensando en lo que pudo llegar a ocurrir ahí dentro...

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