Visita guiada por Salamanca
Uno de los clásicos entre las actividades extraescolares de Tía Tula es la visita guiada por Salamanca. Normalmente es Aline quien la da (que se conoce la ciudad - y la provincia - mejor que la mayoría de los salmantinos); de vez en cuando lo hace Enrique. Ayer tocaba y la daba Aline.
La visita guiada supone un recorrido por los principales monumentos de Salamanca: por las Catedrales (la vieja, construida cuando se refundó la ciudad tras la invasión árabe, allá por el siglo XII, y la nueva, hecha casi 500 años después en los siglos del esplendor español, que rodea a la vieja con su manto, protegiéndola, casi ocultándola), la Universidad (fundamentalmente la fachada del edificio histórico, un lienzo escultórico desbordante y brutal en el que se esconde la maldita rana, símbolo de la ciudad que todo visitante que se precie debe saber localizar en este tapete tan sobrecargado de historia), la Clerecía (que con sus dos poderosas torres y su también descomunal cúpula - tres de las cinco puntas que se distinguen a lo lejos cuando empiezas a llegar a Salamanca, junto con las otras dos lanzas de las Catedrales - se constituyó como la respuesta de los jesuitas a la preciosidad que los dominicos habían plantado en San Esteban, otro rincón maravilloso de la ciudad), la Casa de las Conchas (palacio construido por las bodas de un noble salmantino, famoso por las conchas de la Orden de Santiago que salpican sus fachadas y por su patio interior, mirador oficial para las torres de la Clerecía), la Plaza Mayor (emblema por antonomasia, buque insignia, punto de encuentro de salmantinos y visitantes)...
La ciudad tiene tal riqueza monumental que resulta muy difícil hacer una selección de lo imprescindible. Inevitablemente muchas cosas se quedan fuera, como tarea para el visitante o como materia para una segunda visita, que siempre es posible: el Puente Romano, la Casa Lis, el Palacio de Anaya, la Cueva de Salamanca, los mencionados Dominicos (Convento de San Esteban), el Palacio Monterrey... De hecho, en el camino de un monumento a otro de los que sí se ven, a los guías les gusta descubrir y comentar las joyas menores que van apareciendo, desperdigadas por todo el callejero, que pasarían desapercibidas si no se fuera atento o no se las conociera pero que están empapadas igualmente de historia: de historia, de historias y de belleza. Por ejemplo, la Casa de las Muertes, o la de María la Brava, o la Torre del Clavero, o la del Aire, o la iglesia de San Martín, o la de San Benito. Tantas... Y son en realidad todas ellas las que dotan a Salamanca de su fuerte personalidad de ciudad histórica, auténtico Patrimonio de la Humanidad.
En fin, que no te lo pierdas. Que si no has venido todavía a Salamanca, no dejes de venir a Tía Tula, aunque sólo sea por sus visitas guiadas.
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